martes, 24 de julio de 2012

Compartiendo Andadura


A poco más de una semana de iniciar andadura hacia la tumba del Apóstol me descubro débil, pequeña y con un reto grande por delante.

Curioso poder concentrar la vida en una mochila.

Hoy he hecho el primer intento de meter mi vida en la mochila que pensaba llevar: 

- No cabe 

Al colgármela he sentido un peso terrible sobre mis hombros y hasta dolor.

¿Tanto pesa mi vida? ¿De qué prescindo si ya creía haberme quedado con lo esencial?

¿Será que lo esencial, lo que creo esencial, es demasiado pesado?

Está la opción de cambiar a una mochila algo mayor. 

Es aceptable, es fácil cambiar. Sólo hay que buscar una algo mayor y más cómoda y, volver a intentar meterlo todo.

Inevitable comprobar que en mi vida sucede igual: que voy dando holgura a todo con tal de no renunciar a nada, con tal de no plantearme si me hace falta todo, con tal de que nada me "oprima" agrando mochila.

Al final, una ya no sabe siquiera qué es esencial y qué no lo es. Todo ha tomado tal dimensión, que todo cabe... Pero al igual que sucedía con mi mochila, lo que no es esencial en mi vida, me impedirá avanzar y acabará haciéndome daño a la corta o a la larga.


Curioso que la vida sea una peregrinación que no acaba.

Cuántas más horas dedico a acostumbrarme a andar, más me doy cuenta que nunca andaré lo suficiente, que nunca tendré la certeza de saberme suficiente.

Curiosa la grandeza y la pequeñez. 

Playa de las Catedrales


Como el día y la noche, como la luna y el sol, como la sed y el agua... Así también, grandeza y pequeñez.

Curioso que te diga a veces que eres grande, que eres mucho más que un cerebro y un puñado de sentimientos.

Curioso que te diga siempre que lo puedes todo y que hoy te invite a reconocerte pequeño.

Grandeza y pequeñez van de la mano y quizá ha de ser así, para no perderse entre la vanidad y la mediocridad.

¿Será que puedo alcanzar todo lo que me proponga, pero que también he de tener la suficiente humildad para reconocerme pequeña y débil ante la Inmensidad?

Cómo no postrarse ante la plenitud del mar, ante su infinitud...




¡Cómo no sentir respeto ante la cima de una montaña que se piensa escalar! ¡Tan insuperable!



¿Cómo no dudar de mis propias fuerzas?

Quizá empezando por reconocerme pequeña y débil, encuentre la fuerza para Caminar. Quizá sólo despojándome de lo que me sobra, podré llegar hasta el final.

¡Buen comienzo de semana!






1 comentario:

  1. Importante lo que dices... muchas veces nos acostumbramos al peso de muchas cosas, que realmente lo único que nos hacen es impedir que avancemos... la pregunta es.. que cosas voy a dejar en el camino y cuales quiero que me acompañen por mucho que me pesen¿?

    Buen camino, peregrina!

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