Una vez alguien a quien mucho
estimo me enseñó el lema que iba a presidir su día a día desde aquel momento: “siéntate a la puerta de
tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar”, tuvo que explicármelo para que
entendiera su significado. Me pareció tremendo
aquel proverbio que aludía a la paciencia y a la certeza de que al final el
tiempo pone las cosas en su lugar. Admito que no le faltaban razones para sentarse
a esperar y reconozco que cuando te hacen daño desearías ver al otro pagando su falta. Sin
embargo, siempre me resultó difícil compartir este pensamiento, sentarse a esperar
que el otro pague viene a darse la mano con aquel otro que dice que la venganza
se sirve en plato frío. Aunque en un primer momento se ansíe ver al otro en tu lugar, ni la espera a la puerta, ni la venganza fría sanan.
Esta espera aparentemente pacífica sólo enervará un rencor que a quien más daño hace es a uno mismo. No digo sea fácil, digo que no nos hará bien.
Vengo de ver los Miserables, la
película de Tom Hooper sobre la novela de
Víctor Hugo. Preciosa película para acabar un día de Navidad en donde se pone
patas arriba el proverbio de la espera a la puerta de casa a que pase el cadáver
del enemigo.
Decía un amigo al entrar que esta película es de las que una sale
y quiere ser mejor persona. En los Miserables el perdón es la fuerza que mueve
el mundo, el perdón cambia a las personas, nos hace mejores; nos hace
reconocernos en nuestra esencia. La confianza, el abandono en el Señor. Saber
que desde nuestra miseria estamos llamados a llevar a cabo el plan que Dios
tiene sobre cada uno. ¡Con qué delicadeza se nos descubre el otro en su dignidad
de hijo de Dios!, como trata el acompañamiento al otro en su momento más difícil,
permaneciendo hasta el final, reconfortando el abandono desde la misericordia. “Amar
a una persona es contemplar la faz de Dios” –se dice en la película.
Lección de vida en el día en el
que Dios se hace humano para caminar a nuestro lado, para que ya, no siéndole nada
de nuestra naturaleza ajeno, transforme nuestras miserias y de sentido a
nuestra existencia. Lección de perdón en el día en el que Dios asume mis
debilidades y las hace virtud.
Si podéis ver la película estos
días, no dejéis de hacerlo. Que no os echen para atrás sus más de dos horas de
musical en inglés con subtítulos en castellano, porque es muy llevadera, no
cuesta nada seguirla, es un placer, y, mirado por el lado puramente práctico. a las que andamos de cabeza aprendiendo inglés, nos viene fenomenal.
Feliz Navidad, que este Dios que se nos ha hecho carne en un Niño, nos haga mejores a todos.
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