jueves, 31 de enero de 2013

Hora de disminuir el paso



Hace tiempo que vengo pensando que no se puede caminar sin ir a ningún lado. Pese a la buena voluntad de querer ir siempre hacia delante sin mirar lo que dejábamos atrás, quizá el paso se nos aceleró demasiado y terminamos corriendo sin saber muy bien hacia donde nos dirigíamos. Hacia atrás ni para tomar impulso, nos dijeron, y bien aprendida la lección, comenzamos la carrera de querer llegar los primeros ¿Dónde? Adonde fuera y sobre quien fuera.

Esta noche me han descubierto un vídeo de esos que no te dejan indiferente, de los que te remueven por dentro y te hacen contrastar lo que vives con lo que quieres vivir.

El enlace al vídeo lo dejo más abajo, su título, “todos ganamos”. Y tras verlo, poco que añadir, más bien repetir la lección que nos dan los niños protagonistas.

Todos ganamos cuando disminuimos el paso, cuando miramos hacia atrás para ver a quien nos hemos dejado caído en el camino.

Todos ganamos cuando nos acercamos, cuando le abrazamos y le tendemos una mano para que continúe con nosotros.

Todos ganamos cuando sabemos que lo que importa en esta vida, más que ganar, es ayudar a los demás a vencer, aunque ello signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo…  - así lo dice el autor de este vídeo tan especial, y continúa- …el verdadero sentido de esta vida es que todos juntos ganemos.

Tal vez la solución a muchas de las cosas que hoy parecen no tenerla, sea disminuir el paso y cambiar de rumbo.  Si adónde íbamos ya nos han dicho que no era nada, es hora de reconducirnos, de necesitarnos, de volver a por  quien quedó caído en el camino. Si los valores que nos vendieron como panacea del bienestar se diluyeron, es hora de empezar a construir las bases de los que nos hagan a todos bien-estar, que no es otra cosa que "estar bien", ser felices, pero todos. Porque la vida sólo tendrá sentido, si todos ganamos.

Aquí os lo dejo…

viernes, 18 de enero de 2013

La vida no sólo tiene sentido, sino que da gusto vivirla



 
La vuelta a la normalidad de enero ha sido tan intensa que no me ha dado tiempo a sentarme un ratito a actualizar el blog. Esta semana tenía la excusa perfecta para un nuevo post, sin embargo, me prometí a mí misma que no caería en la tentación de escribir en torno al día en que una cumple un añito más. Recurso facilón sería para mí volver a hablar de los cuarenta,  bueno ya cuarenta y uno, que, aunque aún no me termine de sonar nada bien, a día de hoy, puedo decir que no me pesan y que no me importa en absoluto confesar. 
 
Sea como fuere, al final estreno rutina de enero con historia de cumplir años. Hoy, dándole como siempre importancia a los pequeños detalles y contestando a la pregunta "Cuéntanos como has pasado el día",  caía en la cuenta de que había pasado el día agradeciendo, ¡la de veces que he podido decir gracias desde que me desperté!. La sencillez de la respuesta me ha llevado a redescubrir la importancia de pasar el día dando gracias, y de hacerlo en compañía -ya sea física o ayudada de las tecnologías-

¿Qué sería de un día de cumpleaños sin agradecer?, ¿qué sería de una vida sin dar las gracias? Gracias por los padres, los hermanos, la familia. Gracias a Dios por cada día, por cada amistad, gracias por los compañeros, gracias a los que hacen nuestra vida un poquito más fácil y gracias, también, a los que quisieron hacernos daño, más al cabo de todo, no lo consiguieron.

Va a resultar que lo de felicitarse es una excusa para agradecer al otro su presencia en nuestra vida.

Sólo reprocho una cosa, me han faltado hoy muchas horas. Reivindico que los cumpleaños duren varios días, al menos dos o tres, así habría tiempo para agradecer despacito,  tiempo para pararse sin prisa con cada uno de los que se acercan a tu vida a celebrar contigo, tiempo para poder sentarse junto a él y mirar un ratito, sin hablar, una puesta de sol naranja como la de esta tarde en Tomelloso.

Al final, en esto de cumplir lo de menos son los años, lo importante es la vida. 

A punto de darle a publicar, me dice mi amigo Plaza a través de twitter que hoy he dicho que la vida no sólo tiene sentido, sino que da gusto vivirla, sinceramente no he sido consciente, pero ahora que te lo leo, amigo Plaza, sea tuya o mía, me la aplico y la comparto.

¡Gracias a todos por estar cerquita!

P.D. Ah, os dejo una pequeña muestra de algunos de los mejores regalos







sábado, 5 de enero de 2013

Ya vienen los Reyes



A eso de las once y media de la mañana de ayer llegaban al Centro de Día de San Rafael de Tomelloso sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. 



Este Centro está dedicado a la asistencia a enfermos de Alzheimer y sus familias; durante estos días de Navidad se han visto alteradas gratamente algunas de sus rutinas diarias por diversas visitas que han contribuido a que tanto los enfermos, como sus familias, como también los trabajadores, se sintieran especialmente queridos.

Me gustaría poner voz a todos ellos y agradecer todo el cariño recibido estos días. Agradecer a quinto de primaria del Colegio Santo-Tomás de Aquino-La Milagrosa con su profe, MariCarmen, a la cabeza, quienes se acercaron a cantar villancicos; al grupo de jotas de Argamasilla de Alba quien cantó y bailó para los usuarios del Centro; al Coro del Sagrado Corazón de María quien puso tono rociero a los cantos al Niño Jesús; a la Orquesta Sinfónica Verum quien destinó la recaudación de su Concierto de Navidad…, y por supuesto también Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente (sin olvidar a la Asociación de Vecinos del Barrio Nuevo Tomelloso quien generosamente ayudó a engalanarse a estos tres Reyes Magos peculiares).

Con estas palabras se dirigía SM el Rey Melchor:

Queridos amigos, queridas familias, queridos trabajadores de este Centro de Día San Rafael. Nos encontramos de nuevo muy contentos de iniciar con vosotros nuestra visita a Tomelloso. Cómo en años anteriores, queremos que seáis los primeros en recibir la Buena Noticia que nos ha traído desde Oriente siguiendo la estrella que nos conduce a Belén.

Desde el día en que nacisteis no ha pasado ningún día en el que no estemos pendientes de vosotros, a lo mejor creíais que sólo vigilamos a los niños, pero no es así, como diría el amigo Gandalf “son los pequeños gestos de amor los que mantienen a raya el mal en el mundo” y los gestos de amor no son solo propiedad de los niños, sino de todos. Por eso nos complace ver el transcurso de vuestra vida desde que erais pequeñitos, porque es mucho el bien que habéis hecho y seguís haciendo por los demás.

¿Recordáis cuando os traíamos cosas que vosotros no habíais pedido? De niños os preguntabais cual sería el motivo de nuestro despiste, pero cuando empezasteis a ser mayores, cuando algunos incluso os hicisteis padres y hasta abuelos, comprendisteis que no siempre se pide aquello que nos hace falta, por eso tratamos de dar a cada uno lo que más necesita en cada momento.

Con los años alguno que otro perdisteis la ilusión en nosotros y dejasteis de enviarnos cartas, sabed que nos entristece mucho que dejéis de creer en nosotros. Sin vuestra colaboración, no podemos llegar a todos los hogares del mundo. Debéis creer en el Milagro de devolver al otro las ganas de vivir, y para eso, es necesario que sigáis creyendo en nosotros.  

Igual andais apesadumbrados por vuestros olvidos, pensad que el mayor olvido no es “no recordar”, sino no amar. Y hasta quien no se acuerda, es capaz de amar, y de amar mucho.

Nos hace muy felices compartir este rato con vosotros y vuestras familias, y os deseamos Paz y Bien para este año que acabamos de comenzar.


De todos estos días, me quedo con las miradas y las sonrisas de quienes, aun habiendo olvidado lo que les acaban de traer los Reyes, recuerdan que aman, que cuando te acercas y aprietas su mano con ternura, responden con mayor ternura aún.

Si no lo has hecho nunca, te invito “a perder” algo de tu tiempo con los mayores, especialmente los que están solos, con los enfermos, te aseguro que al final no será tiempo perdido y verás recompensado con creces tu gesto generoso, al final, serás tú quien ganara, y mucho.


Feliz víspera y día de Reyes, que la inocencia nos devuelva las ganas de sonreir.


miércoles, 2 de enero de 2013

¡Qué bueno comenzar!



Metidos ya en harina del nuevo año, resulta que por más imaginación que le dimos a los buenos deseos de la tarde del 31, hoy seguimos igual que el lunes ¡o peor! porque los excesos de comidas y bebidas, empiezan a hacer mella en ese cuerpo serrano que tantos sacrificios se lleva. La cuenta corriente, para aquellos que aún presuman de tenerla en color verde, también empieza a notar los efectos del tsunami navideño que sigue llevándonos a la mayoría a gastar algo más de lo previsto, aunque ya tengamos muy asumido aquello de la austeridad y el recorte. 

De los problemas mejor ni hablar, siguen todos y a cual más fiero, aquello de borrón y cuenta nueva, no sé qué pasa, que al final no funciona, se arrastran siempre los saldos, para bien y para mal. A ver cuando aprueban un recorte de problemas, no estaría mal.


A los propósitos aún podemos concederles confianza, no es cuestión de aplastar nuestra voluntad en el segundo día del año, máxime cuando alguno de ellos comienza a otro día de Reyes, cuidado que este año el 7 es festivo en muchos sitios, con lo que los primeros siete días del año están exentos de juicio.

Total que seguimos igual que el año pasado…

Bueno, quizá no… Mi actitud puede ser diferente, nueva.

Como a tantos, a mí me gusta ver el final y comienzo del año como la oportunidad de pararme a repasar, a valorar lo bueno y a aprender de lo menos bueno, a aceptar lo que de mí no dependía y a soñar que todo puedo hacerlo un poquito mejor.

Qué bueno poder comenzar, volver a mirar el horizonte con la perspectiva que te da un año entero para ponerte a trabajar por lo que quieres, por los que quieres, por lo que sabes que, sólo tú, puedes hacer que sea mejor, pues es tu parte, tu tarea, la que nadie puede hacer por ti, pero que unida a la mía y a la de otros puede hacer que existan los milagros.



Que extraordinario poder soñar, qué maravilla desearle al otro que le vaya bien, que se cumpla lo que anhela, que trabaje, que sea feliz, que merece la pena levantarse cada día. El regalo más hermoso que nos trae el nuevo año es su fracción en 365 maravillosos días, 365 amaneceres por estrenar, 365 pequeños regalos dispuestos a ser abiertos en cada despertar, 365 oportunidades de comenzar y volver a mirar siempre hacia adelante.

Así que igual, igual, no. Me niego a quedarme en la parte sosa y costumbrista de que la vida es una noria que gira y gira sin llegar a ningún sitio.

Me quedo donde arde la esperanza, donde la única consigna es ponerse en Camino y caminar hacia todo aquello que somos llamados. Me quedo donde ningún día es igual al anterior, donde los propósitos no son condenas, sino medios para hacernos mejores en todos los sentidos.

Qué bueno poder comenzar siempre. Feliz Año.