martes, 31 de julio de 2012

Desde la esperanza y hacia la normalidad


Ha llegado el momento que desde hace unos meses llevo esperando. Pasado mañana, partimos hacia Santiago.

Casi lo tengo todo, algún detalle que otro por ultimar mañana y supongo que volver a hacer la mochila entre cuatro o cinco veces más: quitando de aquí, remetiendo por allá, para que el peso no sea una carga insoportable estos días.

No sé con qué me voy a encontrar, es un reto en lo físico y por supuesto, una aventura para el espíritu. Un recorrido real por la vida.

Una sabe como se va, pero ignoro que me depararán los días de Camino hacia la tumba del Apóstol.

"Sin dolor no hay gloria", todos los peregrinos lo saben, aunque hoy casi no me atrevo a mencionarlo ¿quién quiere el dolor? nadie, pero sin él... Rezad por mi, para que cuando aparezca, que aparecerá, sepa encontrar en él la redención.

Temo por mis pies, los he cuidado con sumo esmero y cariño, pero la amenaza de ampollas planea sobre todo peregrino. Curiosa mi obsesión por los pies, por lo que me sostiene, mis cimientos, aquellos en que baso mi existencia y los mismos que me permiten caminar y avanzar.

Durante un par de semanas estaré desconectada, a la vuelta prometo compartir la experiencia y mostrar documentos gráficos del que seguro será un apasionante viaje.

Peregrina ya desde hace semanas, hoy por muchas razones tengo que confesar que mi actitud es de espera.

¿Qué tendrá la espera? reconozco que los que creemos lo tenemos un pelín más fácil, pues sabemos que nuestra esperanza en cierta y que al final la ultima palabra no es humana.


Aun así, muchas veces quisiera tener poderes para vislumbrar el futuro, o al menos un palantir de los de Tolkien con el que poder mirar acontecimientos o lugares distantes. Ahorraría en incertidumbre por no saber, por no entender.

 
No saber si me estoy equivocando con la decisión tomada. No entender que una vez puestos todos los medios posibles a mi alcance, las cosas no salgan como pensé.

Sin embargo, la espera es un momento muy especial y nada desdeñable, es el momento en el que te quedas a solas contigo y tu esperanza es la única compañía. 

Esperanza porque nada te pertenece, pero puedes asirte a ella con tanta seguridad que nada podría derribarte. 

Esperanza porque puedes creer que todo es posible. Lo es.

Esperanza porque puedes sentir el frío de asomarte al abismo sin saber sin volarás o caerás. 

Esperanza porque puedes cerrar los ojos y abandonarte.

Esperanza porque no depende de tí y has de dejarte llevar en brazos donde haya de ser.

Me voy hacia Santiago y aquí quedan enigmas por desvelar, pero, hay que caminar. ¿Qué será? 

Pues que sea lo que tenga que ser y que caminando aprenda a asumirlo con normalidad. Normalidad que tiñe lo cotidiano de luz, normalidad que marca el ritmo adecuado a cada paso en la vida. Normalidad sin aspavientos, sin extremos, sin vaivenes emocionales que nos alteran y despistan a los demás.

Disfrutad de los días de descanso quienes podáis y quienes no, tratad de sonreír y de ser felices porque los demás nos necesitan alegres.

Y hablando de alegría, me despido con una de mis músicas favoritas.

Os llevaré en la mochila, hasta pronto.








martes, 24 de julio de 2012

Compartiendo Andadura


A poco más de una semana de iniciar andadura hacia la tumba del Apóstol me descubro débil, pequeña y con un reto grande por delante.

Curioso poder concentrar la vida en una mochila.

Hoy he hecho el primer intento de meter mi vida en la mochila que pensaba llevar: 

- No cabe 

Al colgármela he sentido un peso terrible sobre mis hombros y hasta dolor.

¿Tanto pesa mi vida? ¿De qué prescindo si ya creía haberme quedado con lo esencial?

¿Será que lo esencial, lo que creo esencial, es demasiado pesado?

Está la opción de cambiar a una mochila algo mayor. 

Es aceptable, es fácil cambiar. Sólo hay que buscar una algo mayor y más cómoda y, volver a intentar meterlo todo.

Inevitable comprobar que en mi vida sucede igual: que voy dando holgura a todo con tal de no renunciar a nada, con tal de no plantearme si me hace falta todo, con tal de que nada me "oprima" agrando mochila.

Al final, una ya no sabe siquiera qué es esencial y qué no lo es. Todo ha tomado tal dimensión, que todo cabe... Pero al igual que sucedía con mi mochila, lo que no es esencial en mi vida, me impedirá avanzar y acabará haciéndome daño a la corta o a la larga.


Curioso que la vida sea una peregrinación que no acaba.

Cuántas más horas dedico a acostumbrarme a andar, más me doy cuenta que nunca andaré lo suficiente, que nunca tendré la certeza de saberme suficiente.

Curiosa la grandeza y la pequeñez. 

Playa de las Catedrales


Como el día y la noche, como la luna y el sol, como la sed y el agua... Así también, grandeza y pequeñez.

Curioso que te diga a veces que eres grande, que eres mucho más que un cerebro y un puñado de sentimientos.

Curioso que te diga siempre que lo puedes todo y que hoy te invite a reconocerte pequeño.

Grandeza y pequeñez van de la mano y quizá ha de ser así, para no perderse entre la vanidad y la mediocridad.

¿Será que puedo alcanzar todo lo que me proponga, pero que también he de tener la suficiente humildad para reconocerme pequeña y débil ante la Inmensidad?

Cómo no postrarse ante la plenitud del mar, ante su infinitud...




¡Cómo no sentir respeto ante la cima de una montaña que se piensa escalar! ¡Tan insuperable!



¿Cómo no dudar de mis propias fuerzas?

Quizá empezando por reconocerme pequeña y débil, encuentre la fuerza para Caminar. Quizá sólo despojándome de lo que me sobra, podré llegar hasta el final.

¡Buen comienzo de semana!






martes, 17 de julio de 2012

Tú que estás ahí

Cuando empecé hace poco más de un mes este pequeño experimento, siguiendo una práctica de la profesora de mi curso Web 2.0 no sabía quien había al otro lado, ni siquiera sabía si habría alguien al otro lado. 

En mi primera publicación contaba más o menos la razón de meterme en este lío y os invitaba a que os asomarais al brocal de mi pozo.

Recuerdo que quise ser práctica y en el segundo os lancé mi debilidad por peinarme haciendo uso de una plancha. He estado tentada a borrarlo varias veces, no sigue demasiado el hilo de lo que posteriormente he ido publicando, pero no lo haré, al menos de momento, fue mi segunda práctica de blog y en su día tuvo su razón.

Hoy tengo que confesar que me siento agradecida, muy agradecida y a la vez pequeña, muy pequeña. 

Siento vértigo.

Siento vértigo porque te siento. 

Empiezo a sentir la magia de que estés al otro lado:  a veces me comentas, a veces callas, a veces dices "me gusta", a veces me matizas, a veces me corriges, a veces sólo respiras. Pero yo te siento. 

Siempre me enriqueces y cada día me subes el listón un poco más.

¿Será malo ruborizarse después de darle a "publicar"?

Creo que no ha habido publicación en la que no me haya sonrojado y haya estado tentada de borrar.

¿Qué puedo contarte que no hayas pensado tú ya?

¿Qué puedo decirte que no sepas?

¿Qué puedo aportarte?

Probablemente nada, y con toda seguridad, nada nuevo. 

Pero es que ahora la que no puede dejarte, soy yo. Me asomé dudando sí me mirarías y ahora, la que no puede dejar de mirarte, soy yo.

Gracias por estar al otro lado.

Gracias por haber respondido generosamente a la invitación de sentarte en el brocal y conversar  sobre todo y a la vez sobre nada. Gracias por quedarte este rato conmigo.

Un segundo más de vida para darte
y mi corazón entero entregarte (...) 
                                       Juanes                                 















viernes, 6 de julio de 2012

¡Enamórate de ti!

Seguro que más de la mitad de las cosas que te hacen sentir mal vienen de fuera de ti mismo, de los comentarios de los otros, de las expectativas que  los demás han puesto sobre ti y te desbordan, de los sentimientos que no te son correspondidos, de los juicios hacia tus actos e incluso hacia tu forma de pensar, de la impotencia de no poder cambiar lo que no crees justo....

Nos creemos libres, fuertes, independientes... y luego nos derribamos con un comentario ajeno, con una ausencia de reciprocidad por parte de alguien, por una palabra que nos lanzaron con mucha intencionalidad y mala uva (fruto seguro de doña envidia que es señora mala, donde las haya),... 

Dicen que esperar una felicidad demasiado grande, es una dificultad para la propia felicidad. Yo lo que sí creo cierto es que,  lo que no se puede controlar, lo que nos es ajeno, no debe formar parte de nuestras preocupaciones diarias, porque nunca nos pertenecerá su control.

Quizá un primer paso sería conseguir enamorarnos de nosotros mismos y dejar de pensar en agradar a los demás. 

Llegar a ese equilibrio en el que te conoces, te respetas, decides cambiar lo que no te gusta y asumes con mucha dignidad tus pequeñas imperfecciones y defectos, haciendo virtud de ellos, es un gran paso para vencer todas las agresiones que vendrán de fuera.

Sólo cuando hayamos establecido un pacto de no agresividad y amor con nosotros mismos, seremos capaces de hacernos respetar por los demás (ahora lo llaman asertividad,  aunque a mí me sigue gustando más lo del respecto,  no es malo ir aplicando conceptos nuevos).

Dificil poder amar a alguien sin amarnos primero a nosotros mismos.

¡Buen día para empezar a enamorarte de ti!






miércoles, 4 de julio de 2012

Mirando la luna

¿Has mirado a alguien en una noche de luna llena?
¿Has sobrevivido a la luminosidad de la luna reflejada en la profundidad de sus ojos?





Alguien me dijo una vez que quien no acaba el día sintiéndose agradecido de haberlo vivido en plenitud, no está vivo. 

Si nada sientes que te ha pasado, 
Si nada te ha emocionado, 
Si no has conseguido sonreír, 
Si no le has hecho a alguien la vida un poquito más fácil, 
Si no has reído a carcajadas con un amigo, 
Si no has jugado con un niño,
Si no has perdido el tiempo por estar al lado de alguien que te necesitaba, 
Si no has dicho "gracias"
Si no has sufrido por algo, por alguien,
Si no has fracasado en algo....
casi te diría que no mereces dormir, sin antes buscar una redención a tu falta de inquietud por la vida regalada.

Cada día tengo más claro que los otros nos hacen más buenos.
Que si eres amable, recibes bondad,
Que si sonríes, te sonríen,
Que si das, recibes mucho más de lo que diste,
Que si buscas, hayas...

Sentada mirando la luna llena, se que hoy podría haber hecho mucho más, pero puse empeño y pasión, y quizá no todo dependa de mí. 

Mañana tendré la gracia de recibir un nuevo día, de mi ilusión por él dependerá en gran medida la felicidad de los que tenga alrededor. No puedo dejarlo escapar.

Feliz Noche